Hablar del emperador Heraclio es sinónimo de retrotraerse a una de las épocas más épicas y heroicas en toda la historia del imperio Bizantino.
Principios del siglo VII de nuestra era, Constantinopla es el epicentro cultural, militar y comercial del Mediterráneo. Cumple a la perfección su rol asignado de ejercer como la nueva Roma de la edad media.
Heraclio fue un emperador fuerte y decidido. En sus enérgicas campañas contra los sasánidas consiguió recuperar reliquias de un alto valor moral y sentimental para su pueblo. Nos referimos a 300 estandartes pertenecientes a las legiones del extinto imperio romano de occidente además de la Vera Cruz, la mismísima cruz donde según cuenta la tradición cristiana fue martirizado Jesucristo.
Si disponen de unos minutos, repasaremos de manera breve la biografía del emperador Heraclio, pero para conocer al personaje, ya saben, hemos de situarnos en contexto:
Viajamos al año 575 de nuestra era.
El imperio bizantino, o simplemente Roma como se denominaban a ellos mismos, se encuentra atacado por multitud de enemigos en todos sus flancos.
Heraclio el viejo, un militar de alto rango del ejército imperial es el padre de nuestro protagonista.
El joven Heraclio vivió su infancia y adolescencia entre cuarteles militares y recios hombres de armas. Su padre completó una brillante carrera militar, ejerciendo como hypostrategos y magister millitum en Armenia. A propuesta del emperador Mauricio, al albor del siglo VII fue destinado a Cartago con el importantísimo cargo de exarca, gobernador del territorio asignado. 
Sólido bizantino con la efigie de Heraclio
Heraclio el joven, continuó su formación militar sin más contratiempos hasta que en el año 602 se produjo un acontecimiento que marcaría de manera crucial su biografía. Focas, un alto militar de origen balcánico derrocó al popular emperador Mauricio. Si bien en un principio la relación entre el nuevo emperador y el exarca de Cartago fue cordial, lo cierto es que con el tiempo se deterioró hasta un punto insostenible.
Focas se mostró como un emperador incapaz y su estela se diluyó inmersa en una serie de erróneas decisiones. Heraclio padre e hijo y algunos de sus familiares decidieron que ya era suficiente. Encabezaron una rebelión desde África. Nuestro protagonista partió desde Sicilia y Chipre rumbo Constantinopla con la misión de convertirse en el nuevo emperador de Roma.
Y lo cierto es que lo consiguió sin demasiada resistencia. Incluso Prisco, yerno de Focas y responsable de los excubitores, su propia guardia personal, se pasó al bando de Heraclio, el cual acabó personalmente con la vida del depuesto emperador. El 5 de Octubre de 610, Heraclio a los 35 años de edad es coronado como nuevo emperador romano, misma fecha en la que contrajo nupcias con su prometida Fabia Eudoxia prisionera de Focas, la reina rescatada, un cliché tan característico de la edad media. La emperatriz fue muy querida por su pueblo, pero tristemente falleció solamente dos años después.
Los primeros años de gobierno de Heraclio sin duda supusieron una prueba de fuego a su resistencia y pericia como máximo gobernante de oriente. Los ávaros y eslavos avanzaban en la región de los Balcanes y el gran rey sasánida Cosroes II, consiguió tomar y saquear las importantes plazas de Antioquía, Emesa y Apamea durante el reinado de Focas.
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| El emperador Focas |
Heraclio no pudo hacer frente a estas conquistas debido a los focos de resistencia internos que encontró en sus primeros años en el trono de oriente.
Comentiolo, hermano del liquidado emperador Focas se rebeló, aunque Heraclio supo actuar de manera contundente contra los insurrectos partidarios del antiguo máximo dirigente bizantino. La ira de Cosroes no se detuvo en estas campañas de castigo contra Bizancio. En el 613 los sasánidas conquistaron Damasco y Jerusalén, llevándose como trofeo la Vera Cruz, la reliquia más venerada tanto por la iglesia de oriente como la de occidente. También se especula con que la Menorá, el candelabro de siete brazos icónico de la cultura judía se perdió en esta toma de la ciudad santa.
El imperio romano se encontraba en una situación crítica, a punto de ser devorado por sus enemigos sasánidas, eslavos, ávaros e incluso en sus modestas posesiones de ultramar en Italia e Hispania. Heraclio, sabedor del precario estado en que se encontraba el imperio acometió una serie de profundas reformas que permitieron la viabilidad económica y militar de la aún potencia más importante del Mediterráneo.
Atajó la corrupción galopante en el seno de la admnistración y rebajó el sueldo de los funcionarios. Aumentó los impuestos y fundió multitud de símbolos religiosos con el beneplácito de la iglesia. Toda medida era bienvenida con el supremo fin de combatir a los enemigos de Dios.
La nueva moneda de plata, el hexagrama estuvo acuñada con un lema que ayudó a subir la moral de la población y los depauperados ejércitos. Deus adiuta romanis, Dios ayuda a los romanos. En la primavera de 622, doce años después de su entronización, Heraclio se encuentra presto para iniciar su particular reconquista, encabezando él mismo sus ejércitos, devolviendo a Roma la figura del emperador-soldado, una costumbre prácticamente olvidada por sus antecesores.
Lo cierto es que la campaña de reconquista comenzó muy bien. Fue un 6 de agosto de 622 en Issos, allí donde 900 años atrás Alejandro Magno venció a los mismos persas. En esta ocasión, Heraclio se enfrentó a Sharvaraz, el más capaz de los generales sasánidas.
Según cuenta Jorge de Pisidia, las tropas persas se encontraban fijas en unas colinas, sin intención de bajar a combatir con las tropas bizantinas.
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| La sumisión de Cosroes II |
Heraclio dispuso un fenomenal banquete entre los dos ejércitos, comiendo y lanzando los restos de comida a las tropas enemigas, un acto que enervó a Sharvaraz, que picó el anzuelo y envió a sus hombres a combatir. Fueron contundentemente derrotados.
Tras esta importante victoria, Heraclio tuvo que hacer frente a la larga rebelión protagonizada por los ávaros en los Balcanes. El kan de este pueblo pidió una reunión en persona con el emperador de Oriente, propuesta que Heraclio aceptó. Pero todo fue una trampa pergeñada por el taimado líder ávaro. La fortuna y la agudeza mental de Heraclio le impidieron caer preso y huyó hacia Constantinopla, aunque tuvo que pagar de todas maneras el tributo pactado para poder centrarse en su guerra contra los sasánidas.
Una vez asegurada la frontera norte, Heraclio ya tiene las manos libres para volver a su principal campaña, destruir y recuperar los dominios arrebatados por los persas. Heraclio y sus huestes penetraron en Mesopotamia y el Cáucaso, logrando épicas victorias que aumentaron de manera significativa la moral de sus soldados y líderes militares. Como ejemplo, una gloriosa batalla donde triunfó tras enfrentarse a tres ejércitos consecutivos.
Ante el cariz que estaba tomando el rumbo de la guerra, persas y ávaros se unieron en un intento de asedio de Constantinopla, que no tenía otro objetivo que el de distraer a las tropas de Heraclio. El sitio resultó en un sonoro fracaso. Poco después, Teodoro, hermano de Heraclio infligió una severa derrota a un ejército persa liderado por el general Shahin.
Si bien Heraclio se rebeló como un notorio líder militar, lo cierto es que también se mostró como un titán en las cancillerias.
Consiguió atraerse las simpatías de los jázaros y los kokturcos. Pero sin duda el golpe diplomático definitivo fue conseguir neutralizar al más relevante general de los persas, líder en las antiguas campañas de conquista de Damasco y Jerusalén.
Sharvaraz, que pocos años después fue entronizado como rey sasánida, fue convencido que Cosroes II planeaba su liquidación, hecho que supuso la retirada del importante comandante y sus tropas.
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| Mapa del imperio durante el gobierno de Heraclio |
Tras más de 8 horas de combate en medio de la niebla, los romanos consiguieron una gran victoria contra los persas, arrojando unas cifras estimadas en torno a 20 mil enemigos abatidos. La leyenda cuenta que el mismo general persa desafió a un combate singular al emperador Heraclio, el cual aceptó el duelo, consiguiendo ejecutar a su rival de un solo golpe.
Aunque a esta batalla no la podemos catalogar como decisiva, lo cierto es que tras la victoria, los bizantinos tuvieron acceso franco al suntuoso palacio de Dastagird, consiguiendo de esta manera un ingente botín además de la recuperación de 300 enseñas del imperio romano, perdidas en las muchas batallas que sostuvieron persas y romanos centenares de años atrás.
Heraclio persiguió a Cosroes hasta Ctesifonte, la misma capital del imperio sasánida. Cosroes II pasó de cazador a cazado. Fue depuesto y ejecutado por su mismo hijo Kavad II, el cual firmó un acuerdo de paz con nuestro protagonista. Se acabó de esta manera con 25 fatigosos y duros años de guerra entre bizantinos y sasánidas.
Todos los territorios tomados en las campañas anteriores fueron restituidos a Bizancio y Heraclio, ya entrado en la cincuentena de años regresó a Constantinopla como un héroe, portando la Vera Cruz devuelta por los sasánidas hasta la misma Jerusalén. Heraclio se arrogó para si mismo el título Basileus, que significa rey en griego, una forma que posteriormente fue utilizada por los sucesivos emperadores hasta la caída de Constantinopla.
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| La batalla de Yarmuk |
El imperio sasánida entró en una espiral de crisis de la que nunca se recuperó. Pero ahí estaban los musulmanes que aprovecharon la situación para hacerse con los restos del extinto imperio. Un nuevo enemigo para Roma asentado en una férrea religión fundada por Mahoma, coetáneo de nuestro protagonista.
La batalla de Mu'tah, celebrada en el año 629 fue el prólogo de las incursiones árabes que se sucederían en los años venideros. Si bien Bizancio ganó, Heraclio y sus generales tomaron buena nota del peligro que podían significar las tribus unificadas provenientes de Arabia.
Cinco años más tarde cayó Palestina y posteriormente hicieron lo propio Damasco y Emesa. Heraclio, que ya sobrepasaba la sesentena de años no estaba dispuesto a que los musulmanes le arrebataran más territorio.
En el año 636 consiguió congregar un inmenso ejército compuesto de soldados bizantinos y mercenarios francos, georgianos, armenios, gasánidas y eslavos. Esta enorme hueste partió desde Alepo en búsqueda de Jalib ibn-al walid,, uno de los generales de confianza del ya fallecido Mahoma.
La batalla de Yarmuk supuso una catástrofe para el imperio bizantino. Tras varios días de importantes escaramuzas, el general Al-walid consiguió emboscar al ejército combinado cristiano, que aún y estar en ventaja numérica de 2 a 1, sufrió una humillante derrota, dejando en el campo de batalla unos 30 mil cuerpos sin vida de valerosos soldados romanos, la mitad de los combatientes.
Heraclio, enterado de la derrota y sin un ejército con el que hacer frente a los musulmanes, no tuvo más remedio que renunciar a Siria y Palestina.
El sexagenario emperador intentó retener la importante región de Egipto pero solo sirvió para retrasar unos años más lo evidente. Egipto y Mesopotamia también cayeron de lado islámico. Así se han mantenido estas regiones hasta nuestros días, exceptuando el paréntesis que supuso el triunfo cristiano durante la primera cruzada, de ahí la importancia de la batalla de Yarmuk y la vida y obra de nuestro protagonista.
Heraclio falleció un 11 de febrero de 641 a los 66 años de edad, sumergido en una crisis territorial y política de la que los gloriosos herederos de Roma nunca se repondrán.
El emperador Heraclio, una de las figuras más apasionantes en toda la historia del imperio bizantino, equiparable a la del gran general Flavio Belisario.
Un hombre que heredó un estado sumido en una absoluta crisis y en sus primeros años de reinado no pudo hacer frente a todos sus enemigos. Con audacia y tesón consiguió redimirse, pero una nueva religión y forma de entender la vida enterró las esperanzas de la nueva Roma.
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| La Vera Cruz |
Las campañas de Heraclio se pueden considerar de alguna manera como las primeras con un espíritu de cruzada. Las gestas de nuestro protagonista fueron ampliamente representadas y difundidas durante centenas de años en todo el continente europeo.
El imperio bizantino sobrevivió 800 años más, pero ya sin la grandeza y autoridad heredada por el antiguo imperio de occidente. Esta es la historia de uno de los personajes clave del mundo romano. Heraclio Basileus, rey de reyes.
Nos quedamos con las palabras de Jorge de Pisidia, poeta e historiador bizantino coetáneo de Heraclio, el cual se refería al emperador con estas palabras:
“Las campañas de Heraclio están a la altura, estratégica y tácticamente hablando, de las de un Escipión, un César o un Alejandro. Con ellos fue comparado en su tiempo y es justo que así sea aunque hoy Heraclio duerma en el injusto olvido”





















